No reaccionar de forma brusca. Hay que prestar atención a la gravedad y frecuencia del acoso (para tratar de calibrar su magnitud), así como a la manera en que la agredido lo sufre. Apoyar al menor es lo primero para que remita su angustia. Luego llegará el momento de actuar.
Cuando se dan amenazas graves de daño físico directo el tema debe tomarse muy en serio, más cuando se sabe que quien acosa dispone de datos personales como dirección o centro escolar. Recurrir a la policía no está de sobra en estos casos.
Si hay agredidos, es porque hay abusones, y no es fácil identificarlos, siquiera en la propia casa. Es bueno contar a los menores que esas acciones causan un daño real y constituyen un delito.